Señorita Nadie

Martes 14 de enero 2014

Siempre hacia delante

Solía caminar arrastrando los pies y con las manos en los bolsillos, mirando siempre al suelo. Deseaba llegar lo antes posible a su destino y perderse entre la multitud. Simplemente ser invisible. Nunca miraba a los ojos cuando hablaba, y siempre que lo hacía se mordía el labio inferior. A veces hasta se hacía sangre, tal era la ansiedad que le provocaba. No era fácil sobrevivir en un mundo lleno de prejuicios y criticas, y menos con todos esos complejos que tenía.
La veía llegar cada día con los ojos hinchados y yo sabia que no había dormido nada en toda la noche pensando en sus defectos y en la visión distorsionada que tenía de ella misma. Sabía que deseaba desaparecer y borrarse del mapa para siempre. Así que la cogí y la puse guapa. La pinté, la peiné y le pedí que me enseñara esa sonrisa tan bonita que tenia. Era preciosa. La abracé y le hice jurar que nunca más iba a llorar por los que nada la querían, los que un día olvidaría que conoció.  Desde entonces, camina con pasos decididos y la cabeza bien alta, diciéndole al mundo que por mucho que la hirieran, por mucho que intentaran hundirla, siempre mirará al frente. La señorita Nadie se quedó atrás.